Habitación de Nagisa

-Hoy había sido un día realmente agotador, lleno de complicaciones y eventos inesperados, habría vendido su alma al diablo para un descanso. Ya no había aguantado más la tensión y se había escapado a su habitación, estaba cansada por lo que se recostó en su cama y cerró los ojos, acción seguida de un suspiro de resignación: Habían entrado personas extrañas, los alumnos se habían alborotado y el sistema de segurida recién estaba siendo restaurado; apenas habían podido controalr la situación porque todo había sucedido de golpe. Lo único que quería era un momento de tranquilidad-

"Me duele la cabeza...."-pensó.

Al escuchar esa voz tan conocida pero casi olvidada, un escalofrío recorrió su espalda y se snetó sobre su cama quedando con la vista directamente hacia la puerta, era increíble que esto estuviera pasando ahora.... intentó murmurar algo pero las palabras se atropellaban en su garganta y no podía soltarlas, miró al intruso de frente y con sorpresa mayúscula.

- H-Hito....digo...Kanon...tu...que haces aquí...- eso fue lo único que pudo articular.

Como acto reflejo se levantó sin dejar de mirar a su interlocutora, aunque no pudo evitar retroceder, su ropa no le ayudaba mucho, estaba vesitda como solía hacerlo la mayoría del tiempo, con uno de sus vestidos estilo "lolita" color blanco, una cinta a modo de gargantilla en el cuello color negro que combinaba con los listones en su vestido, tenía el cabello tomado, para variar. Topó con la pared en la que había una ventana de tamaño medio que daba a los grandes patios exteriores.

N-no es que no puedas... - murmuró.

No se movió del lugar, de hecho, sus pies se movieron, quedando apoyados en la pared, el sonido de las botas que llevaba marcó ese movimiento, de hecho, no podía ya retroceder más.
No pensaba moverse. Había pasado algo de tiempo desde que no había visto a Kanon, su sacrificio, ella podría haberla llamado mediante el vínculo que las unía pero eso nunca pasaba, era rebajarse demasiado.
Solía tener un carácter liviano de talante, pero Kanon provocaba cierto temor en ella, era como si su cuerpo, inconscientemente, supiera que, aunque no lo pareciera, estaba no del todo a salvo.
Después de un momento consiguió tranquilizar su organismo y se sintió con más libertad para pensar, se separó un poco de la pared y miró a su sacrificio con algo de timidez, extraño en ella, pero no podía evitarlo, no frente a ella.

Sabes... - dijo con voz sutil- te extrañé...

E-espera..! - esclamó, pero aquel grito se desvaneció a medida que era pronunciado.

Bajó la mirada algo indecisa. Su compañera le daba la espalda y se disponía a irse.
Sentía algo extraño en ese momento, es cierto que hace mucho que no la veía, de hecho, creía que ya no lo haría más, después de su abrupta separación, pero allí estaba ella, estaba al frente suyo, de verdad.

Yo...bueno, no tienes por qué irte... -titubeó- Yo de verdad, quería verte... quédate un poco más, por favor...

Dicho esto esperó la reacción de Kanon, la verdad era impredecible, nunca había podido adivinar que haría, pero ni modo, era una de las cosas que le gustaba mucho de su sacrificio, por lo que se dedicó a esperar una respuesta, con una mezcla de miedo y de felicidad confusa, pero agradable.

Se quedó inmovil en todo el lapso de tiempo que pasó desde que Kanon se había retractado de retirarse hasta que había apoyado la frente en su hombre izquierdo. Su mente estaba nebulosa, de hecho, no tenía mucha certeza de lo que estaba pensando: el cansancio de un día despreciable y el shock que había producido en ella el regreso de su sacrificio la habían desorientado. El contacto de sus cuerpos la había alertado levemente. Cuando volvió a tener conciencia de lo que ocurria Kanon se había detenido, su movimiento la confundía, era como una ilusión que no quería dejar escapar.

Guardó silencio, aunque parecía que su corazón se detendría en cualquier momento; era conmoción.

Después de calmarse de manera relativa e inestable, levanto su mano izquierda, intentando no perturbar el descanso y la posó sobre la cabeza de su acompañante suevemente. Era real al fin y al cabo. Acarició su cabello con suavidad y luego bajo a su cuello dejando reposar su mano en donde éste se une con la espalda. Acto seguido cerró los ojos, hipnotizada por un momento de apariencia iireal, pero siempre deseado en secreto.

Mientras el sol hacía sus últimos segundos de presencia, Kanon se había acomodado.
Pensó en abrir los ojos pero luego se arrepintió de hacerlo. Ese momento era definitivamente mágico, fantástico, maravilloso si se quería.

Logró acompasar su respiración por completo y su cuerpo entró en un estado de suspensión, de desconexión con la realidad tan agotadora y que últimamente no sentía de su lado.

Movió su mano por el costado del cuello de Kanon, acariciándolo y luego lo posó en su hombro dejando su mano como una paloma que encuentra el sitio adecuado para posarse, el sitio ideal, el único sitio en que se puede encontrar verdadera paz.

Extrañaba los momentos así, aunque la alienación de lo cotidiano la había cegado, depositando esa necesidad en el fondo de su corazón. Pero había resurgido, estaba ahí, en lo más superficial de su alma, brotando con mucha fuerza.

El único otro movimiento que se permitió para no perturbar aquella anormal pero renovadora armonía, fue inclinar levemente su cabeza hacia adelante, para encontrar el descanso total.

Miró a su sacrificio a los ojos y no pudo evitar sonrojarse levemente. Bajo su mirada ambarina hacia el llavero como instinto para ocultar su verguenza. Sonrió, la verdad es que tenía más ganas de llorar que de reír, levantó su mano izquierda y la puso levemente, en el pequeño osito, cosa que solo las yemas de sus dedos lo tocaran, era suave y afelpado, de un blanco nevoso y agradable.

Clavó la mirada en el piso y su cuerpo sufrió un muy leve temblor, su inestabilidad emocional presente en este momento le estaba jugando en contra.

Cerró los ojos con fuerza y solo pudo murmurar.

M-Muchas gracias....Kanon

Se levantó con el pequeño animal de peluche en las manos, pasó un momento sin moverse y luego, como si un impulso exterior la condujera, se acercó a su sacrificio y le abrazó, se escudó en su cuerpo dado que quería saber si realmente esto era verdad. Luego se separó de ella al sentir el olor a tabaco chamuscado.

Miró a Kanon y le quitó el cigarrillo de la mano.

No deberías fumar tanto...! Enfermarás! - argumentó- No es bueno para ti...

Permaneció con el cigarrillo en la mano, su intención había sido botarlo al piso y apagarlo, pero la verdad es que no se atrevía. ¿Y si Kanon se enojaba con ella?

Era cierto que su compañera fumaba demasiado...pero no era nadie para decirle que dejara de hacerlo, no era nadie.

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